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La muerte anda suelta

Estos son los relatos que aparecen en
el número 1 de Digresiones literarias,
La muerte anda suelta:





Cuando estaba cayendo, contrario a lo que me juré hacer antes, no pude evitar abrir los ojos y ver la enorme masa del convoy acercándose de manera inminente a aplastar lo que me quedaba de vida. Aunque todo iba a ser instantáneo, se pasó extremadamente lento; el mundo se detuvo como viviendo cuadro por cuadro y en lo que esperaba a que mi cráneo fuera aplastado, tuve tiempo para pensar en todas las cosas.
Emilio Calderón (Monstruo naranja)
Estudiante de periodismo y aspirante a escritor. Apasionado de temas como la depresión y sensibilidad humana, su experiencia se limita a trabajos en agencias periodísticas especializadas en medio ambiente y ecología.

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Con bastante temor, me asomé por la mirilla y alcancé a ver la figura de una misteriosa mujer que subía las escaleras ascendentes frente a mi puerta. No vi su rostro. Sólo pude verla de espaldas. Era alta y esbelta. Llevaba un largo abrigo negro que cae hasta sus tobillos, un sombrero del mismo color y de alas anchas, debajo del cual asomaba un cabello recogido que deja ver su fino y pálido cuello. Sus pasos eran lentos. Pero sus pisadas no emitían sonido alguno. En realidad parecía que flotara sobre los escalones.
Edwin Alcántara (Detrás de la mirilla)
Historiador y narrador. Obtuvo el premio de la revista Punto de Partida de la Dirección de Literatura de la UNAM por su novela Gracy (2004). Participó como autor en el libro Terror en la Ciudad de México. Antología de cuentos y relatos (Libros del Conde, 2015), coordinada por Humberto Guzmán. Es autor del libro de cuentos Amor: úsese y deséchese (2016) y de la novela Diario encontrado en el Castillo de Chapultepec (Libros del Conde, 2017).




El abuelo era toda mi familia. Al año y medio de mi nacimiento mis padres fallecieron en un accidente automovilístico, y ya que nunca me contó de tíos, primos o familiares lejanos, su deceso –veinte años después– me enterró en la más vasta soledad. Cuando entré a la casa encontré a doña Leonor esperándome en la sala. Doña Leonor era la enfermera de mi abuelo. Cuatro años atrás, días antes de su primer ataque cardiaco, la anciana se presentó en nuestra puerta y nos ofreció sus servicios. Jamás supimos cómo dio con nosotros, pero a raíz de aquel infarto agradecimos a la vida por ponerla en nuestro camino. Por otra parte, no exigió pago alguno; su única condición fue que le permitiésemos vivir con nosotros.

Roberto Arias (Caso cerrado)
(Ciudad de México, 1994). Oriundo de la ciudad de México, lector empedernido, escritor en formación y editor y cofundador de Grupo Editorial Lectio; politólogo de la UNAM; devoto de Baker, Coltrane, Davis, Morrison, Little Walter, Presley, Wolf, Simone y Sinatra; alcohólico de banqueta; trovador y bluesman desconocido; bibliófilo que acecha por la calle de Donceles; fanático de Tin Tan y de su carnal Marcelo; enamoradizo por excelencia; egocéntrico promedio; cenobita reencarnado; chismoso literario; periodista frustrado; nieto de Miguel y Antonia; hijo de María y Roberto; alegre soñador e irascible acá en la tierra.


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Hasta antes de conocer a Laura había creído que la separación era algo implícito en su relación con las mujeres. Y lo aceptaba. Ahora se le derrumbaba la defensa. Era un momento de extrañezas. Aspirando fuerte retiró las manos de su rostro con lentitud. Cuando abrió los ojos, creyó que no estaba despierto. En el extremo de la habitación brillaron los ojos de alguien, ¿o algo?, que lo observaba con atención. La oscuridad, para entonces, era casi absoluta.

Humberto Guzmán (Departamento de solitario)
Ganó el primer Concurso de Cuento del IPN (1967) y Los Cuentos del Ateneo Español de México (1987); el Premio de Periodismo José Pagés Llergo 1998, por artículo de fondo; el Premio Nacional de la Juventud (1971), de novela, por El sótano blanco, y el Nacional de Novela José Rubén Romero (2000), por Los extraños. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1970) y del International Writing Program, de la University of Iowa (1986). Actualmente, escribe en su sección La Sombra en el Muro, de la Revista Siempre! Es fundador del sello Libros del Conde, en donde ha publicado sus últimos cinco libros, incluido 1968. Los ejércitos de la noche (2018), disponible en distintas librerías Educal del país.

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Guarda silencio, mamá. ¿Escuchas el trote furioso de los caballos? Es igual a la noche en que Matías y Juan Téllez buscaban al tío León para matarlo. ¿Te acuerdas? Sus gritos llenaban todos los huecos.
"¡León, León Ventura! ¡Sal, cobarde! ¡No te escondas entre las faldas de tu mujer!"

Guadalupe Flores García (El mecer de las milpas)
Nació en la Ciudad de México. Ha participado en diferentes cursos y talleres: literarios, de danza contemporánea y cine. Cursó Danza contemporánea con Efraín Moya; el curso-taller Creación Narrativa, con Humberto Guzmán, en la UNAM. Tomó los talleres de dramaturgia, con Gerardo Luna; de cuento, con Eduardo Antonio Parra; de apreciación cinematográfica, con Francisco Quintana, en la Universidad La Salle. En 2007 participó en El recaudador literario, editado por la SHCP.

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—Señores, por favor, ¿puedo irme?... prometo no decir nada, diré que me asaltaron y me dejaron en la carretera, pero no diré nada de ustedes –Sofía se extraña porque ni siquiera voltean a verla, piensa que quizá sea el momento de escapar, cuando la sorprende algo que ve; ahí, junto a ellos, están dos presencias amorfas. Trata de entender lo que está viendo pero no logra reconocer quienes son. Al observar bien, se da cuenta que lo que mira es a dos demonios; su piel es rojiza y escamosa, sus patas torcidas terminan en garras, y en lugar de ojos tienen dos cavidades profundas y negras.

Rocío Herrera (Vida arrancada)
(Monterrey, fecha desconocida). Se sabe poco o nada sobre Rocío Herrera. Debido a cuestiones de índole personal su identidad ha permanecido oculta bajo el velo del misterio. Se sabe que ha publicado algunos cuentos en revistas impresas y digitales tanto en el territorio nacional como en el extranjero.

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Una noche bajé, decidido, hasta el jardín. Allí dormía Pomino. Encendí la luz, abrí la puerta. Pomino se despabiló al escucharme. Se arrinconó contra una pared lanzando gemidos lastimeros, lloriqueos infantiles, mientras sus ojitos aterrados daban vueltas como suplicando que no volviera a lastimarlo. Tenía marcas en el cuerpo, cicatrices que apenas habían cerrado. Esta vez no hay nadie que interceda por ti, le dije. Luego lo molí a golpes.

Raúl Solís (Pomino)
Ciudad de México, 1989. Finalista del concurso internacional Cada loco con su tema (Benma editoras, 2013). Participó en la antología de cuentos y relatos Terror en la ciudad de México (2015), de Humberto Guzmán, con la que se inauguró el sello Libros del Conde. Desde entonces maqueta y diseña para este sello. Es autor de los libros de relatos Ajuste de cuentas (Maldurmiente, 2015) y Un perdedor sin futuro (Lectio, 2017). También ha colaborado en distintas revistas literarias.



Me llama la atención ver que el perro no ha corrido a ladrarle a la anciana invasora, ni siquiera ha intentado gruñir, sigue echado al pie de la puerta de la cocina. Me acerco a él, lo toco y está frío. El perro se ha muerto y yo no sé en qué momento ocurrió. De alguna manera siento algo por la pérdida. Vuelvo a tomar cerveza en lo que pienso qué hacer con el perro. Entonces la puerta vuelve a sonar, tres toques fuertes. Abro la puerta de par en par, pero no hay nadie afuera.

Andrés Lobo (Hora de dormir)
Manuel Jonathan Soria Alba. Nació un 3 de enero de 1989 en la Ciudad de México. Le apasiona mucho leer, y fue hasta el bachillerato cuando se animó a escribir, todo gracias a un hombre de apellido Kundera, y gracias a ello lleva diez años dedicados al oficio de la escritura. En el ámbito profesional, estudió la licenciatura de sociología en la UNAM y se dedica a investigar temas de carácter político y electoral. En honor a su abuelo, Andrés Alba, se autonombra Andrés Lobo.

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En una de esas noches frías, despejada y con luna de cuarto creciente, Estela escuchó crujir lentamente la hojarasca del suelo. Llegaba tímidamente el que había estado esperando. “Me llamo Julián, ¿y tú?”, comenzó la charla. Pronto el brillo nocturno y las estrellas reflejadas en los ojos de Estela hicieron que surgiera un beso. Y de ahí encuentros habituales. Y de ahí una relación prometedora que ocurría por las noches.

Francisco Fernández (Durante el crepúsculo)
Ciudad de México, 1980. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras, en la UNAM, donde estudió la licenciatura en Lenguas y Literaturas Hispánicas. Ha sido colaborador editorial y ha hecho corrección de estilo en la revista Estudios de Cultura Maya, en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. También ha traducido, del inglés al español, artículos de divulgación científica y ha publicado en Lingüística Mexicana, Letras Raras y Punto de partida. Ha escrito numerosos relatos y actualmente está terminando de escribir su novela Cartas a vuestra merced.


© Los derechos de los textos pertenecen a sus autores. Digresiones literarias los ha incluido en este listado con el único fin de publicitar su contenido.

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