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Historias de la infancia

Estos son los relatos que conforman nuestro número 6: Historias de la infancia


Diariamente, apenas dieran las nueve de la noche, mi abuela me llevaba a su cuarto, ya fuera con un vaso de leche con chocolate o con un pan de dulce en la mano, y nos adentrábamos en la guarida literaria. Me acomodaba en un rincón de su cama mientras ella sacaba de un buró un libro amari-llento y viejo. Las historias eran muy variadas aunque yo siempre prefería escuchar mitología griega, aún y cuando mi abuela se quejara riendo de que siempre pedía lo mismo.

«Los cuentos de niño», Andrés Lobo.
Manuel Soria (Ciudad de México, 1989). Estudió la licenciatura de sociología en la UNAM. En honor a su abuelo, Andrés Alba, se autonombra Andrés Lobo. Es autor del libro de cuentos Nexos y otros aullidos hechos letras, publicado por Lectio.

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¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no volver a ser niño una vez más? Ya no basta con mirar éste fétido y triste río; quiero mirarlo todo otra vez. Corro a mi apartamento, pequeño y lúgubre escenario de ningún recuerdo que atesore. Me encierro en la oscuridad de mi pequeña habitación, con olor a resacas y suciedad, y destiendo la cama. Recuerdo cuando era pequeño y construía de todo con las sábanas: atoraba los extremos entre estantes y cajones y tenía mi techo; el interior lo diseñaba mi imaginación. Si quiero tener éxito en esto, debo volver a pensar como un niño, porque cuando un hombre tiene ideas, enseguida llegan los contratiempos; pero los niños no piensan en detalles: saben que una magia instantánea resolverá todo.

«Inclemente», Emilio Antonio Calderón.
Estudiante de periodismo y aspirante a escritor. Apasionado de temas como la depresión y sensibilidad humana, su experiencia se limita a trabajos en agencias periodísticas especializadas en medio ambiente y ecología.

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Sí, yo sentía muchos celos, aunque ella dijera que eran sólo sus amigos. Pero luego caía en la cuenta de que gracias a esa diversidad de sus gustos es que recibía mi buena rebanada de su deliciosa presencia. Una noche en las bancas, en que sólo estábamos ella, Elías y yo, él le dijo a Gisela que se fuera de pinta con nosotros. Ella, sin pensarlo, con ese rostro de virgen y una sonrisa seductora dijo: “Claro, nos vamos. Si quieren este viernes”. Parecía broma. Pero me di cuenta de que hablaba en serio. Al principio pegué brincos de felicidad pues por una mañana completa aquella guapura sería toda para... bueno para Elías y para mí.

«Pinta», Edwin Alcántara.
Historiador y narrador. Es autor del libro de cuentos Amor: úsese y deséchese (2016) y de la novela Diario encontrado en el Castillo de Chapultepec (2017). Obtuvo el premio de la revista Punto de Partida de la Dirección de Literatura de la UNAM por su novela Gracy (2004).

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A las siete de la noche del cinco de enero todo está preparado para recibirlos: la carta con las peticiones de regalos y la consigna de mi puño y letra de que me porté bien a lo largo de todo el año tanto en casa como en la escuela para merecerlos ya fue colocada dentro de mi zapato, al pie del nacimiento montado junto al árbol de navidad. Frente al zapato está una palangana de agua para mitigar la sed del caballo de Melchor, el camello de Gaspar y el elefante de Baltasar, así como algunas zanahorias, un atado de paja y un manojo de alfalfa fresca para alimentarlos en su largo recorrido nocturno. Nada para los reyes.

«Una tragedia regiomática», Salvador Cristerna.
Originario de la Ciudad de México, Salvador Cristerna es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde actualmente imparte cátedra en la especialidad de periodismo. Concluyó la Maestría en Filosofía de la Ciencia en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la misma casa de estudios. Cuenta con un diplomado en Literatura y Análisis de Textos Dramáticos, por el Instituto Nacional de Bella Artes y Literatura. Realizó reseña literaria y crítica de Teatro en los diarios El Día y El Nacional. Fue fundador y coordinador de la sección ConCiencia, en el periódico El Universal. Ha publicado cuento, artículo y ensayo en revistas como Complot, Examen y Sinfín, de la Ciudad de México; Letrina, de Mérida; Gaceta de la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro, y uno de sus cuentos forma parte de la antología La noche carmesí y otros relatos inesperados.

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Cansado de ver lo mismo, decidió moverse a la zona de juegos donde unos niños se balanceaban en los columpios. Se sentó en otra banca para contemplar a unos gemelos que se subían a las resbaladillas, escalaban tubos y se lanzaban tierra. Respiró hondo. Una suave certeza lo invadió: si algo era seguro, es que alguna vez fue un niño, alguna vez corrió, alguna vez tuvo unos sueños que sintió inquebrantables. Ah, la calma violenta, pensó. (Era como la milésima vez que se le ocurría ese oxímoron de la calma violenta). Imaginó su infancia. Al no poder recordarla, la reinventó. Fui un niño feliz, sí. En una infancia de sueños fugaces.

El libro del Yo, Diego García.
Diego García Venegas (1991). Aunque, abogado de profesión (UNAM), su vocación es la escritura. Fue tercer lugar del Quinto Premio Nacional de Poesía Joven «Jorge Lara». Además es fotógrafo itinerante y viajero sin rumbo. Escribe para la Revista Kuadro; cree en el poliamor y ama la pizza.

© Los derechos de los textos pertenecen a sus autores. Digresiones literarias los ha incluido en este listado con el único fin de publicitar el contenido.

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